20 oct 2007

II

unas mandrágoras
con la lengua afuera
por el agite

el frío de escarcha
le pegaba fuertes golpes secos
esos de palma abierta
en todo el cuerpo
para no perder costumbres
y hacerse de un sudario

y era un gigante balcón
ampliamente destechado
abierto al clima,
inmune a fuerzas o rebeldías

todos iban ahí...
desde los poetas
hasta los mortales oxidados

un ritual era
caricias a los monstruos de piedra
instantáneamente
garganta infinita de la gravedad


fin del suplicio.


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