
Las piernas de la negra se entrelazan como víboras agonizantes de sed, cuando deciden abrirse el aroma agrio de la femineidad cansada se convierte en el hato de palabras y porquerías que la negra susurrará al oído de Camilo porque él acompaña y se supone que provoca algún fueguito barato en el vientre bajo de la negra que muerde la pasión desvestida en exactos y toscos movimientos, y aprieta entre las manos la fuerza de todos los tigres que le bailan. No por respeto o pudor, vergüenza o cobardía, sino que el laburo y el día le roban las ganas y la fatiga que lleva guardada en el corpiño la frena un poco... Eso y que el retoño tiene el sueño liviano, y a falta de estrellas en el cielo nocturno hay miles de ojos rojos que abiertos a fuerza de óvalos ululan por entre los pasillos del barrio. Toda la noche.
Por otro lado, la bestialidad de Camilo nunca logra salir en su totalidad sino que se esconde detrás de una pantalla de musgos blancuzcos que empapan abrillantados al amor acartonado que se mezcla con la honestidad del sudor. El amor de Camilo es brutal y torpe, no encuentra el final del laberinto, o a veces cuando esta cerca de encontrarlo y salir, simplemente ya es tarde y entonces la negra se ha dormido y no queda mas remedio que introducirse en la maraña de imagenes feas que juegan en los sueños de ella y confesarle que el amor me resulta brutal y torpe, y pucha Negra que igual me volvés loco y no encuentro las palabras...
Y ahí es cuando aparece un poquito de magia, al día siguiente la negra amanece cierta picardía en las manos, en los ojos, como si adivinara, negra que desconcierta, me desconcierta, me deconcertás Negra, pareciera que... Pero no tiene idea que en la piel tiene tatuado el acertijo resuelto del bosque enquilombado que es el amor de Camilo, su pecho.
Es esa, aquella subceremonia brava que cada vez que se sucede, resulta aun más y más interesante y pintoresca.
Por otro lado, la bestialidad de Camilo nunca logra salir en su totalidad sino que se esconde detrás de una pantalla de musgos blancuzcos que empapan abrillantados al amor acartonado que se mezcla con la honestidad del sudor. El amor de Camilo es brutal y torpe, no encuentra el final del laberinto, o a veces cuando esta cerca de encontrarlo y salir, simplemente ya es tarde y entonces la negra se ha dormido y no queda mas remedio que introducirse en la maraña de imagenes feas que juegan en los sueños de ella y confesarle que el amor me resulta brutal y torpe, y pucha Negra que igual me volvés loco y no encuentro las palabras...
Y ahí es cuando aparece un poquito de magia, al día siguiente la negra amanece cierta picardía en las manos, en los ojos, como si adivinara, negra que desconcierta, me desconcierta, me deconcertás Negra, pareciera que... Pero no tiene idea que en la piel tiene tatuado el acertijo resuelto del bosque enquilombado que es el amor de Camilo, su pecho.
Es esa, aquella subceremonia brava que cada vez que se sucede, resulta aun más y más interesante y pintoresca.
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1 comentario:
Cuando pienso que encontre el mas redondo y disfrutable, sigo leyendo y me volvés a sorprender. Que bueno, pero que bueno esta este... Quisiera haberlo hecho yo! jajajaj (re envidioso). Sabes que me encantan este tipo de mini relatos poéticos, esas imagenes! Cuanta poesía!
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